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domingo, 18 de octubre de 2015

CIUDADANOS DE CÁDIZ : José María Jurado Magdaleno

José María Jurado Magdaleno. Ex Decano de Ciencias de la Educación

"Siempre me opuse al traslado de Magisterio a Puerto Real"

Recuerda la historia de cómo Cádiz perdió este centro universitario y muestra su esperanza por el regreso.
J. M. Sánchez Reyes | DIARIO DE CÁDIZ 18.10.2015
José María Jurado es socio fundador de la Peña "Los Dedócratas"


LA vida de José María Jurado ha transcurrido entre la escuela (ahora facultad) de Magisterio, la enseñanza del inglés y el estudio de la historia del Carnaval de Cádiz. De sus dos pasiones nos habla en esta entrevista.

-Se resistió a dejar la docencia, pero se puede decir que ya está usted jubilado.
-Me propusieron la figura del colaborador honorario. Es una idea nueva que te posibilita poder seguir y no acabar bruscamente, porque siempre hay proyectos pendientes. Eso se renueva cada año. Voy a ceder ya la mesa y el ordenador. En el último año no lo solicité.

-Fue el último director de la Escuela Universitaria del Profesorado y el primer decano de la Facultad de Ciencias de la Información, Magisterio para los amigos. ¿Cómo vivió el cambio?, ¿y el traslado a Puerto Real?
-Queríamos cambiar a Facultad. Lo conseguimos. Había que renovarse. Para ello teníamos que lograr una licenciatura y llegó la de Psicopedagogía. El cambio vino ya estando en Puerto Real. El traslado se votó en claustro. Sólo dos votamos en contra de irnos a Puerto Real. Los demás nos dieron una bronca... El edificio en el Campus estaba pensado para trasladar Filosofía y Letras. Pero se quedaron en los antiguos cuarteles. Aquello no estaba preparado. Ese edificio del Campus no tiene cimientos, está montado sobre una plataforma. Algunas veces me asustaba. Tenía puesto testigos en algunas grietas. Hombre, entre lo que teníamos en Cádiz, casi sin sitio, y este edificio, la diferencia era importante. Eso es verdad. Pero allí perdíamos el contacto con todo. Eso estaba aislado. No había ni para tomarse un café fuera. El colegio más cercano para llevar a los alumnos estaba lejos. Cualquier cosa que se programaba había que hacerla en Cádiz. Fui a hablar hasta con Carlos Díaz.

-¿Y?
-No pudo hacer nada para impedir el traslado. Desde entonces no paré de oponerme. Siempre he estado pendiente de la posibilidad de volver a Cádiz. Recuerdo que cuando el presidente de Diputación era Rafael Román, fui a verle para pedirle Valcárcel. Pero aquello se estropeó. Román dijo que se podía estudiar la cosa. Sólo me quedaba hablar con el rector, Martínez Massanet. Pero me dijo que no, que ahí iban a poner el Rectorado. Lo dijo en la prensa y Román se enfadó. Porque el edificio no era de la UCA y el rector no podía disponer de él. Aquello quedó en nada. Y luego empezó a hablarse de un hotel. Hasta que me aburrí.

-¿Qué opina ahora sobre el posible regreso de Magisterio a Cádiz?
-Ojalá ocurra. Se ha hablado de muchos sitios. El Olivillo entre ellos. Si Magisterio se viene a Cádiz, el edificio de Puerto Real se queda vacío. Es cierto. Pero no habría problemas. En cuanto viniera la titulación de Educación Física, que vino, era un sitio ideal por el espacio y las pistas. Y aprovecharse para la flotilla de embarcaciones de Náuticas. Ese trajín me costó la salud. Un estrés enorme. Tenía hablado con la Marina de San Fernando y el alcalde de Puerto Real, Barroso, utilizar aquello de alguna forma para no quedarse en desuso. Educación Física orientada al mar no lo hay en ningún sitio. Y el Campus es un sitio ideal.

-¿Le gusta Valcárcel como ubicación?
-Está bien. Tiene estructura docente. Muy aprovechable la parte donde estaban los talleres. Mi idea era abrir por detrás. Y si 2.000 alumnos están entrando por La Viña, el beneficio para el barrio sería enorme. Creo que sí, que es aprovechable.

-Fue usted durante mucho tiempo secretario de la Fundación del Museo del Carnaval representando a la Universidad de Cádiz. ¿Hay muchos temas inconfesables entre lo que se trataba ahí dentro?
-Más que temas inconfesables, las actitudes. Muchas reuniones eran programas de prensa rosa, llenas de gritos entre los representantes políticos. La alcaldesa y la Junta y Diputación enfrente. De vergüenza ajena. Acabó siendo un desastre. En los últimos tiempos, Teófila Martínez propuso una fundación municipal al ver que casi todos se rajaban a la hora de poner dinero. La Fundación 1884 sigue existiendo. Ahora, con el cambio político no sé qué puede ocurrir.

-Debió ser frustrante para usted ver pasar los años sin avances en el Museo.
-Sí, frustrante. Esa es la palabra. Del Museo se hablaba ya hace 30 años. Más bien, un Centro de Estudios. Luego los mayores impulsores fueron Valdivia y Martínez Ares. Con el apoyo de la consejera de Cultura, Carmen Calvo. Pero no hubo manera.

-¿Por qué cree que no se ha avanzado en el Museo del Carnaval?
-No tenía sentido reunirnos una vez al año. El Ayuntamiento en un principio no apostaba por esto, quería ponerlo en las casamatas del Baluarte de la Candelaria. Luego se dio un impulso con el concurso de ideas. Que, por cierto, no se le ha pagado al arquitecto que ganó. Teófila Martínez vio rédito electoral y se hizo el concurso. También hay que decir que ella siempre estaba en las reuniones, no delegaba como otros patronos. Pero su discurso era siempre el mismo. Nadie se preocupó de verdad durante años. Se cogió con mucha fuerza y luego se fueron enfriando los patronos.

-El Ayuntamiento actual apuesta por reutilizar un espacio vacío donde ubicar el Museo. ¿Es usted partidario de esta idea o de construir un nuevo edificio?
-Debe ser un edificio construido. Es muy difícil adaptarse a un edificio ya hecho. Hombre, si queremos algo estático y meramente expositivo, vale cualquier edificio. Pero esa no es la idea que se tenía., sino algo moderno, dinámico, interactivo. Evidentemente, con una zona de documentación.

-¿Debe estar en La Viña?
-Parece que se ha amarrado la idea al barrio de La Viña. Me da igual donde esté. Bueno, en Cortadura no pega. Al menos que esté en el casco histórico.

-Mientras, el Aula de Cultura, de la que usted fue cofundador, sigue investigando y acopiando material para el futuro Museo. ¿Cuesta trabajo hacerlo sin tener el Museo en el horizonte?
-Ahora estoy apartado del Aula. Ha tomado un rumbo del que tengo mi opinión particular. Hace actividades que no le corresponde. No debería ser otro grupo de los que quieren entrar en el Patronato a organizar el Concurso o la fiesta de la calle. ¿En la Fundación del Museo? Ahí sí tendría sentido. El Aula debe hacer trabajos de recopilación, de estudios. Y tener más presencia en la organización del Congreso del Carnaval. El Aula, todo hay que decirlo, está realizando el trabajo de recopilar que debía hacer la Fundación del Museo.

-Una corta vida carnavalesca en agrupaciones, pero con dos primeros premios, el de coros con 'Los pequeños cantores del Viena' en 1980 y el de 'Los llaveros solitarios' en 1984. Háblenos de aquella época.
-Vine a finales de los 70 después de vivir en Granada e Inglaterra. Un primo mío salía en el coro 'Los dedócratas' y a mí me gustaba ese ambiente. Vi al 'Poleo' por la calle y me dijo que sin problemas, que viniera a ensayar. Y así entré en 'Los pequeños cantores del Viena'. Luego estuve en 'La corporación bajo mazas'. En el 83 y 84 hicimos chirigotas, las más malas del mundo, pero muy divertidas: 'Las cortinas del Falla' y 'Las hierbas salvajes del doctor Morsegué'. Después, en el 84, a los de Paco Rosado le faltaban gente y me propuso unir partes de los dos grupos. Hicimos 'Los llaveros solitarios' en 20 días y ganamos el primer premio. Dejé el Carnaval cuando vinieron los niños. No era compatible ya con mi vida familiar.

-Estuvo entonces muy vinculado a la organización del Concurso.
-El reglamento actual es resto histórico de uno que hicimos Pedro Romero, Pepe Scapachini, Paco Rosado y yo. Entonces se hablaba de que el reglamento no era objetivo, que era muy generalista. No estaba definido lo que era un cuplé o un tango. Queríamos que fuera objetivo, pero que durara poco. Y cuando se viera que eso era imposible, tan numérico, que se cayera por su propio peso. Pero ha seguido hasta nuestros días.

-¿Está usted en contra del exceso de puntuación y números en el COAC?
-Es necesario, aunque no me guste. Hay tantas agrupaciones, que no se pueden diferenciar entre buena, mala o regular. Pero hay otros aspectos en los que no hay lógica. Ejemplo: para qué se gasta una agrupación 12.000 euros en decorados si eso después influye lo mínimo en la puntuación.

-Fue integrante de la Fundación Gaditana del Carnaval, presidente y vocal del jurado del COAC, articulista en varios medios, habitual conferenciante en los congresos carnavalescos... Una voz autorizada para analizar cómo ha evolucionado la fiesta en los últimos tiempos.
-En cuanto a la calle, el esquema ha variado poco. Sigue habiendo cabalgata, baile por tanguillos, que no me gusta nada, baile en la carpa. Ha cambiado la actitud de la gente, que viene a emborracharse. Eso no se ha podido atajar.

-¿Y el Concurso?
-Eso ha cambiado bastante. Se habla mucho de la fiesta de la transgresión o la libertad. No es cierto. El Concurso está encorsetado. Es un caos la mar de organizado. ¿Eso es bueno o malo? Yo no estoy en contra. Pero que no se hable de transgredir. ¿En las letras? Ridiculizar a un personaje público se hace todos los días en España. Es difícil sorprender. No hay censura alguna, pero no hay transgresión. Ahora bien, el Concurso es importante para la proyección de Cádiz. Lo más importante para los medios de comunicación de España es el COAC, no el Carnaval ni el segundo puente. Ojalá esta ciudad fuera famosa por tener mucho trabajo. Pero lo único que tenemos, no lo vamos a quitar ni a reducir.

-¿Qué opinión le merece la final con cuatro agrupaciones?
-No es nuevo. Creo que es una manera de que el partido del alcalde deje su marca. Había que cambiar algo y ha sido esto. Ahora terminará la final más tarde. La última final a cuatro fue en 2007. Creo recordar que se cambió a tres porque las agrupaciones no querían cantar a las tantas. Por desgracia, la final a las dos de la mañana ya tiene a gente durmiendo. Y todas las agrupaciones llevan un gran escenario. Es casi imposible aligerar. Entre los descansos y los montajes es complicado. Hay que estudiarlo bien. Falta dinamismo. Y eso de la necesidad o 'tradición' de comer churros tras la final es un argumento bastante flojo.

-Entre sus publicaciones se encuentra una biografía de Enrique Villegas.
-Fue algo un poco acelerado. Una vez el Pleno aprobó que a todo Hijo Adoptivo se le dedicara un libro. Y se le olvidó al PP. Querían que lo hiciera rápido. Unas 50 o 60 páginas, me dijeron. ¿Cómo? Si ese hombre merecía un tomo. Y ¡100 ejemplares! Yo les dije que sólo con la familia de Villegas se agotarían. El libro costó una gran bronca interna en el Ayuntamiento. Me planté porque las condiciones eran indignas. Por lo visto intervino la alcaldesa y aquello salió adelante. El libro era un homenaje. La vida particular no me interesaba, sólo la carnavalesca. Sacar el libro fue duro. Se peleaban entre Fiestas y Cultura por la financiación del libro. Y no se acabaron ahí las polémicas.

-Cuente, entonces.
-Cuando estaban listas las pruebas del libro me llamaron de Onda Cádiz para el programa de Germán García. Allí mostré la portada y la contraportada, en la que se veía a Villegas recibiendo la Medalla de Andalucía de manos de Manuel Chaves. Luego me llamó un pájaro del Ayuntamiento para decirme que "nosotros no vamos a pagar un libro en el que sale Chaves". Yo le pregunté que quiénes éramos 'nosotros'. La foto mostraba a un gaditano recibiendo la Medalla de Oro de Andalucía. Casi nada. Le dije que si tenían cojones que lo hicieran, que lo iba a contar a todo el mundo. Aquello quedó en nada.

-¿Qué aprendió del autor?
-Aprendí mucho de Villegas. Fue una experiencia muy gratificante. Ratifico que era un caballero, muy educado. Y tenía un sentido del humor como si fuera inglés. Y un gran sentido de la lealtad, de la amistad. En lo creativo fue un gran autor. Cuando se escribió la biografía era ya muy mayor, pero con una mente muy ágil. No fue capaz de contarme interioridades de la estancia de 'Los Beatles de Cádiz' en Madrid. Huía del morbo. Y a mí sólo me interesaban las agrupaciones.